Cada etapa de la vida supone un duelo por la pérdida, por lo que se fue y ya no puede ser de la misma manera. Pero también una apertura consciente a vivir la nueva etapa de forma plena y aceptando lo que conlleva.
En la vejez cambios sociales, económicos, de relaciones, de pérdida de seres queridos, de capacidades cognitivas y físicas mermadas... No es fácil.
Se trata de aceptar, hacerse cargo de uno mismo y emplearse en vivir de la manera más satisfactoria hasta el último día de vida. Y ello no está reñido con aceptar o pedir la ayuda de los seres queridos u otro tipo de ayuda externa si la persona no puede valerse por sí sola de alguna manera.
Pero si un adulto no se ha hecho cargo de sí mismo y ha dependido de otros a nivel emocional, si se niega a aceptar el cambio y mira todo el tiempo al pasado, si no se esfuerza en auto-motivarse para disfrutar de la vida que le quede, si se deja llevar por las creencias sociales a cerca de la vejez y que le limitan. Difícilmente lo hará ahora en su vejez. Y sucederá que ante un bajón de salud pretenda consciente o inconscientemente que otros lo hagan por él.
Al principio será una ayuda motivada por las circunstancias pero con el tiempo se dará cuenta de lo agradable que resulta ser el centro de atención y querrá que le cuiden y le organicen la vida.
¿Cuántas veces nos hemos visto obligados a complacerlos por miedo a enfadarles o que su salud merme?. Lamentos, reproches y chantajes para que hagamos lo que quieren. El mensaje oculto es: “si no estás conmigo todo el tiempo y atiendes tú todas mis necesidades eres malo y egoísta”.
Se trata de una manipulación que utiliza los sentimientos como valor de cambio. Preferimos hacer lo imposible, sufrir el estrés y parar nuestra vida antes que sentir el malestar profundo de la culpa. Malestar que poco a poco se va enquistando hasta transformarse en rencor.
Es una situación delicada porque son nuestros mayores. Nos dieron la vida y también se sacrificaron por nosotros.
Todos somos manipuladores en algún momento pero hacer de este comportamiento un estilo de vida puede ser peligroso, tanto para el chantajista como para la víctima, pues se considera una forma de violencia psicológica.
El chantaje emocional causa grandes daños en las relaciones familiares. Es una práctica habitual de maltrato psicológico que denota debilidad e inseguridad en quien lo ejerce y servidumbre en quien lo padece. La imposición se lleva a cabo utilizando los sentimientos de temor, obligación y culpa como arma. La negación a aceptar exigencias del otro se califica de traición a la relación, egoísmo o falta de cariño.
El chantajista es una persona insegura, débil, llena de miedos que teme perder el cariño de sus seres queridos. Pero en lugar de aceptar sus temores se las ingenian para hacer creer que somos nosotros los que sin ellos andaríamos perdidos. Han aprendido a provocarnos la culpa y hacernos dudar de nuestras decisiones. Saben cuánto valoramos la relación con ellos y conocen los puntos débiles y los aspectos vulnerables de quienes los rodean. Se aprovechan de la inquietud que nos produce el estar peleados con ellos.
Expresiones como “me encuentro mal; estoy enfermo; hoy no me encuentro muy bien; qué lástima hacerse mayor; ya te pasará a ti también; no quiero molestarte, tú haz tu vida; ya me apaño yo como pueda” le aseguran recabar toda la atención posible.
Puede llevar hasta el extremo de condicionar a la otra persona para que desarrolle su vida en libertad. Que la otra persona se sienta culpable de salir con los amigos, irse de vacaciones, hacer un viaje, acudir a una fiesta o, simplemente, quedarse sola en casa.
Si actúas como víctima, pregúntate que es lo que te impide decir “No” y poner límites o pedir un trato diferente. Exige respeto y valoración por lo que estás haciendo.
Una de las claves para liberarnos de la manipulación es determinar dónde empieza y terminan nuestras responsabilidades hacia los demás. La solución pasa por crear relaciones nuevas y sanas no sólo con los chantajistas, sino con uno mismo.
Susan Forward, autora del libro “chantaje emocional” distingue diferentes perfiles de extorsionadores:
- El castigador, dice exactamente lo que quiere y las consecuencias a las que tendrá que atenerse si no se cede a sus deseos.
- El auto castigador, se dañará a sí mismo si no se hace lo que él quiere pero, claro antes avisa.
- La víctima, “obliga” a adivinar sus deseos para luego dejar en claro que es nuestra respons
abilidad el asegurar que lo obtenga.
- El provocador, ofrece promesas maravillosas siempre que se acate su voluntad.
Para saber si eres blanco de un adulto mayor chantajista observa lo siguiente:
- Amenazan con volverte difícil la vida si no haces lo que quieren.
- Te dicen o dan a entender que se abandonaran, se harán daño o se deprimirán si no haces lo que quieren.
- Siempre quieren más por mucho que les des.
- Habitualmente ignoran o no hacen caso de tus sentimientos y aspiraciones.
- Hacen generosas promesas que están supeditadas a tu comportamiento y raras veces alas cumplen.
- Te tratan de egoísta, malo, interesado, insensible o descuidado cuando no cedes.
- Se deshacen en alabanzas cuando cumples sus caprichos y las retiran cuando te mantienes firme.
- Utilizan el dinero como arma para salirse con la suya.
- Se quejan constantemente de su vida, de su salud, de su soledad.
- Se victimizan todo el tiempo: “cuánto te molesto; ya verás cuando llegues tú”
Si te encuentras ante un chantaje emocional trátalo como lo que es, una patología y disfunción en la relación. Y pide ayuda profesional no sólo para el familiar sino para ti también.