El objetivo principal de este tipo de terapias pasa por cambiar el modo de percibir el problema por parte del individuo, sin intentar un control extremo o extirpar sus conductas como si fueran algo de lo que avergonzarse sino ayudándole a observar y replantear la relación entre dichos comportamientos y su funcionalidad. Se trabaja la aceptación como paso previo a la modificación.

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El tratamiento no es una lucha contra unos síntomas, sino una reorientación vital que permita generar cambios significativos, reales y permanentes.

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El tratamiento a partir de terapias de tercera generación supone el trabajo con aspectos profundos de la persona, yendo más allá de la presencia de síntomas para actuar en la subjetividad y percepción personales actuando sobre aspectos como las metas vitales, el sentido, la autopercepción o los sentimientos y emociones provocadas tanto por las situaciones problema como por otras circunstancias vitales que han podido desembocar en el trastorno.

Algunas de las técnicas más representativas y utilizadas son: técnicas de restructuración cognitiva, relajación, mindfulness, técnicas de aceptación y compromiso, trabajo sobre creencias y valores, difusión cognitiva, activación conductual, técnicas proyectivas, técnicas narrativas…

La terapia cognitivo conductual es muy eficaz en una amplia gama de trastornos: estrés, depresión, ansiedad, fobias, inseguridad, baja autoestima, adicción, duelo, problemas de pareja, problemas de comportamiento en niños/adolescentes…