No es fácil convivir con una persona que sufre de Depresión.
Te sientes impotente ante esa persona que quieres y que está triste sin motivo, no disfruta de la vida, está cansado, lo ve todo negativo y ante su propio enfado se muestra susceptible, irritable y desagradable. Por más que tratas de tener paciencia, ser amable y explicarle que tiene muchos motivos para ser feliz, él o ella no lo ven. Finalmente nuestra impotencia, cansancio y enfado ante esa persona acaban arrastrándonos.
La tristeza y la melancolía son dos sentimientos presentes en algún momento de la vida de todas las personas, pero, lo que caracteriza un episodio depresivo, convirtiéndolo en patológico, es el mantenimiento prolongado en el tiempo de un estado de ánimo decaído y que afecta a diferentes parcelas de la vida de la persona.
Síntomas de la depresión:
Estado anímico decaído, sensación de tristeza.
Irritabilidad
Pérdida de la capacidad de interesarse y obtener placer de lo cotidiano.
Disminución de la vitalidad y sensación de fatiga.
Disminución de la capacidad de atención, concentración y alteraciones en la memoria
Inseguridad, culpabilidad y sentimientos de escasa valía
Pesimismo y desesperanza, o perspectivas negativas sobre el futuro.
Pensamientos y actos suicidas o autoagresiones
Alteración del sueño: insomnio o hipersomnia.
Alteración del apetito.
Cómo puedes ayudar:
Empatiza y escucha lo mal que se siente aunque no compartas su punto de vista. No interrumpas el desahogo salvo que sientas que el peso de la conversación es demasiado y tengas que poner límites para aliviar tu propio malestar.
Valida sus emociones, aunque no estés de acuerdo.
Estar a su lado. A veces no hay que hacer nada. Solo la simple presencia o hacerle sentir que no está solo a pesar de la distancia.
Respeta su silencio, la tristeza, el aislamiento.
Haz que se sienta valorado/a. Evita reproches y muestras de enfado. Ten paciencia. Hazle ver que le valoras, que le quieres y es importante para ti.
Recalca que esta es una situación temporal y volverá a ser el mismo. No hables en términos de siempre estás igual o haces lo mismo o antes no eras así.
No te enfades. La persona no está así porque quiere. No presupongas que no está haciendo nada por sentirse mejor. Hace lo que puede.
Recuerda que no está así porque quiere. Está enfermo/a.
No le pongas tiempo para que esté bien. Cada persona tiene su proceso y la exigencia puede hacer que se sienta aún peor ante algo que está intentado controlar pero aún no puede.
No lo obligues a tener actividad. Ofrecer alternativas para que busque su bienestar pero sin obligarlo. Alternativas y no consejos.
Pregúntate qué puedes hacer hoy por él. La buena ayuda no es lo que tú quieras dar sino lo que él necesite.
Trasmite esperanza y confianza. Las cosas pueden mejorar. Puede superarlo. Puedes ayudarlo a buscar soluciones. Ya ha sido fuerte en otros momentos de su vida.
Reconócele pequeños logros.
No le sobreprotejas ni le anules haciendo cosas por él que no quiera realizar.
No te sometas a su ritmo ni a su estado de ánimo. No debes alterar tus hábitos. Cuídate. Tienes el derecho de tomarte tiempo para aliviarte y seguir con tu vida.
No eres responsable de su recuperación. La responsabilidad es de la propia persona que sufre depresión.
Evita frases como "sal y distráete un poco" "Debes poner de tu parte" "No pienses tanto" "No sé por qué estás así" "No sé por qué te quejas si no te falta de nada" "Ánimo que lo tuyo se arregla con fuerza de voluntad"
El paciente deprimido se atormenta cuando piensa en lo mucho que tiene que hacer y lo incapaz que se siente ante esfuerzos tan sencillos como levantarse del sofá, vestirse, lavarse y no digamos ya salir de casa para enfrentarse a un entorno que percibe como hostil.
Y por último sugiérele la ayuda de un profesional. Entre los dos lograrán superarlo.
Carmen Sesma - Psicóloga