El término “Resiliencia” viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar». El término se adaptó al uso en Psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas que a pesar de sufrir situaciones estresantes no son afectadas psicológicamente por ellas. Eso significa que la persona es capaz de adaptarse a las circunstancias, reconocer y entender sus emociones, recuperar el equilibrio emocional y quedarse con el aprendizaje.
Por lo tanto, la resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas.
La resiliencia es una habilidad que se puede ir desarrollando a lo largo de la vida. Mediante procesos de aprendizaje, el sujeto puede ir adquiriendo nuevas conductas, formas de pensar y gestión de sus emociones.
Es importante que este aprendizaje se inicie en la infancia. Ayudará en su época adulta a la superación de acontecimientos negativos o traumáticos a los que inevitablemente todos podemos estar expuestos. El aprendizaje se dará mediante la estimulación de las áreas cognitivas, conductuales y afectivas por parte del adulto responsable en aquellas experiencias en las que se da el error, frustración, límites, pérdidas, toma de responsabilidad, toma de decisiones, resolución de conflictos.
¿Cómo son las personas resilientes?
Personas que aceptan la realidad tal y cual es, no tratan de evitarla o disfrazarla.
Son flexibles a los cambios de la vida. Capaces de cambiar hábitos y pensamientos en función de las circunstancias.
Son pro-activas. Tras aceptar la realidad confían en que sus comportamientos les ayuden a salir de esa situación adversa. Son conscientes de los problemas que esa situación conlleva pero también de su capacidad de acción.
Positivas. Centradas en buscar soluciones y por lo tanto con el sentimiento de que todo se resolverá y va a salir bien.
Son personas con una autoestima alta. Conscientes de su valor personal y autoeficacia.
Con una narrativa positiva a cerca de su vida. Comprenden y valoran su experiencia vital para tener como resultado la persona que son en este momento.
Agradecidas. Capaces valorar las experiencias, sentimientos y personas, también incluso a pesar del dolor.
Diferencian sus emociones de los problemas.
Son alegres. Saben gestionar sus emociones y tratan de mantener un estado de ánimo positivo
Tienen sentido del humor. Les ayuda a tener un estado de ánimo positivo y relativizar las cosas
Empáticas. Hacia los demás y hacia sí mismas.
Motivadas por el crecimiento y superación personal como fuente de felicidad.
Piden ayuda si la necesitan. Acuden a su red social de familiares o amigos o profesionales.
¿Cómo puedes aprender/reforzar tu capacidad de resiliencia?
Trabaja tu inteligencia emocional:
Identifica y gestiona tus emociones.
Identifica las somatizaciones en tu cuerpo que reflejan lo que sientes, delatan tus emociones
Imagina que no te sintieses mal y reacciona llevándolo a cabo.
Trabaja tu autoestima.
Autoconcepto
Autoeficacia
Autorefuerzo
Trabaja la habilidad para resolver problemas y búsqueda de soluciones
Toma decisiones de manera consciente integrando razón y el impulso de la emoción.
Actúa para mejorar tu vida a largo plazo y no para eliminar solo el malestar que sientes en ese momento.
Escribe la historia de tu vida. Comprende y resignifica las distintas experiencias vividas. Encuentra el hilo conductor, el sentido.
Sé flexible y empático contigo mismo. Permítete equivocarte y acepta tu malestar. Estás aprendiendo.
La clave está en saber que debemos evitar que el pesimismo y la inactividad nos arrastre.
Y recuerda, si tu solo no puedes, consulta con un profesional. Estamos para ayudarte.
Carmen Sesma - Psicóloga