De todos es sabido que ahora, durante la época estival, los amores de verano son frecuentes y habitualmente cortos.
Estar en pareja es una de las cosas que más sentido le da a nuestra vida.
Anhelamos el amor, la pasión, la protección, el cuidado, el compartir, sentir que pertenecemos y que no estamos solos sino unidos a otro ser.
El recuerdo que nos retrotrae a la primera experiencia en este mundo de tener todo y ser uno con nuestra madre. O para otras creencias la experiencia más cercana al recuerdo de la unión con la fuente de la que partimos.
Sin embargo con frecuencia olvidamos que podemos tener todo esto aún sin estar en pareja. Y nos obsesionamos con encontrar una pareja sea la que sea que nos lo proporcione.
Enlazamos una pareja con otra repitiendo el mismo patrón de relación disfuncional. O bien subimos tanto el listón que no encontramos a alguien que sea perfecto y nos dé lo que necesitamos.
Olvidamos que como adultos podemos darnos todo lo que necesitamos nosotros mismos. Sentir que nos amamos, cuidarnos, protegernos, disfrutar, sentirnos únicos, compartir dejándonos hacer y haciendo por los demás y unidos al resto de las personas con las que nos relacionamos.
No digo que debamos renunciar al deseo de tener una pareja, pero mientras llega y también con ella, nuestra mejor pareja somos nosotros mismos.
Tenemos el deber de ser nuestra propia mejor pareja y también de ser el/la mejor compañero/a para cuando llegue esa persona con la que compartamos un tiempo de nuestra vida.
Los resultados de la investigación y la experiencia clínica psicológicas apuntan como predictivos de duración y satisfacción en la pareja haber tenido vínculos de apego seguro, habilidades de comunicación y resolución de conflictos, la capacidad de mentalizar y re-significar de forma adecuada y positiva la experiencia, y una buena autoestima.
Prepararnos para ser nuestra pareja y la de otra persona pasa por “limpiar nuestra casa”, en palabras del psicólogo Jorge Bucay.
Limpiando nuestra casa interior no habrá que salir a buscar sino que estaremos atentos y abiertos para permitir que el amor entre.
Limpiarnos de todas aquellas experiencias que nos marcaron, creencias limitantes, aprendizajes disfuncionales, conductas tóxicas, bloqueos emocionales, malas habilidades de comunicación, duelos no superados, falta de seguridad en uno mismo y baja autoestima, expectativas irreales con respecto a la relación de pareja.
Tras este trabajo personal y limpieza interior te das cuenta que el amor ya está en ti y entonces solo tienes que abrirte a compartirlo y recogerlo de otra persona. Ya no necesitarás una pareja sino que querrás una pareja. Y en un momento dado aparecerá una persona que te haga”vibrar”.
Una vez limpios la relación que construyamos tendrá como únicos ingredientes el sentimiento amoroso, la pasión, la intimidad y el compromiso de cuidarnos y compartir.
Si crees o sientes que tu solo/a no puedes "limpiarte" y prepararte para comenzar de nuevo con otra persona, pero quieres hacerlo, consulta con un/a psicólogo/a, podemos ayudarte.
Carmen Sesma - Psicóloga