Desgraciadamente, a pesar de que, según el Gobierno, el nivel de paro se reduce poco a poco, a mi consulta acuden cada vez más pacientes que son parados de larga duración.
Personas con amplios currículos y que están perfectamente capacitados para ocupar ese puesto de trabajo que les salvaría de ese futuro incierto y que, a medida que pasa el tiempo, se vuelve más complicado.
Enfrentarse a una situación de desempleo es difícil, es comparable a esas etapas del duelo que todos sufrimos cuando nos enfrentamos a cualquier pérdida.
La primera fase es cuando el afectado niega la situación y muestra una actitud de "estar de vacaciones" o de “tiempo sabático”.
La segunda fase es la angustia que aparece cuando se comprueba que no puede encontrar trabajo y que su futuro es amenazado por la pobreza.
En ese momento la búsqueda de trabajo se convierte en obsesión, dedicándose la mayor parte del tiempo a encontrar ese empleo que evite la exclusión social. A medida que se aumenta ese tiempo de búsqueda, la angustia crece más y más y con ella el agotamiento anímico.
Y, finalmente, aparece la depresión, la resignación y el acomodo al nuevo estilo de vida. Restringe sus ahorros a lo meramente vital y abandona sus relaciones sociales, alejándose de todo y todos.
Es en este momento cuando el afectado no ve salida y se hunde esperando que alguien haga algo por él y le saque de ese agujero en el que la vida y la sociedad le han metido. Esto es la TEORÍA DE LA INDEFENSIÓN APRENDIDA.
Para que esta teoría no se cumpla es importante seguir estos pasos:
No sentir vergüenza por la situación que se vive, al contrario, es importante que los círculos familiares y sociales del afectado conozcan su situación. Entre todos podrán ayudar a que su objetivo se cumpla lo antes posible.
No compararnos con aquellos que sí tienen empleo ni pensar “por qué a mi?”. Esto no sirve de nada, solo para autocompadecernos y hundirnos más en nuestros pensamientos negativos.
Formar parte de alguna asociación del tipo ONG´s (por ejemplo) hará que te sientas activo y mantener una disciplina, una rutina diaria que mantendrá la mente alejada de esos pensamientos negativos.
Hacer deporte o actividades físicas que nos hagan sentirnos bien, con más ánimo, reduciendo el estrés y con más fuerza para poder continuar con el trabajo que supone buscar trabajo.
Acudir a talleres de meditación, relajación, escuchar música, leer, etc , también ayudan a desdramatizar la situación haciendo que veas el problema desde un punto de vista más positivo.
Seguir intentándolo, con todas tus fuerzas, sin desesperar, sabiendo que es muy posible que nos rechacen en el 90% de los casos, pero que hay un 10% que está ahí y que llegaremos a él.
Desechar los futuribles, nunca llegan, nunca son lo que pensamos. Los problemas los tenemos cuando llegan y no antes.
Pedir ayuda Psicológica desde el mismo momento en que estemos en esa fase de angustia y evitar, en la medida de lo posible, caer en la depresión.
¿Estás en esta situación? ¿Te sientes identificado con lo que has leído?
Pídenos ayuda, estamos para hacerte la vida más fácil.