El término humildad deriva del latín “hŭmĭlĭtas, ātis, f. humilis” y en su acepción como virtud significa el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades. Así como la capacidad de reconocer y aceptar nuestros errores y tomar responsabilidad por ellos.
Pero humildad es ser consciente también de las propias virtudes y dones.
Como seres humanos estaríamos incompletos si no conocemos e integramos nuestra luz y nuestra sombra. Nuestro equilibrio interior es fundamental en la búsqueda de nuestro bienestar.
No es malo reconocer nuestra valía; es natural. Aunque socialmente esté mal visto.
Conocer tus limitaciones y también tus valores, te permite sacar el máximo partido de ti mism@, para tu crecimiento como persona y también dar a los demás.
El término humildad también deriva de “humus” que significa aquello que se desprende de la naturaleza y que a su vez fertiliza y hace crecer.
De las limitaciones aprendemos.
Aprendes a aceptarlas si no se las puedes cambiar. Y por lo tanto a no estar en lucha contigo mism@ y a adaptar tu comportamiento para conseguir tus objetivos.
Sí, sí puedes cambiar tus limitaciones o debilidades, puedes superarte para ser mejor persona y conseguir tu bienestar.
Y aquí entra otra connotación más de la humildad: no sentirse mejor ni superior a los demás. Cada persona es valiosa en sí misma. Cada cual tiene sus propias experiencias que han marcado su vida. Y sus propias limitaciones y virtudes distintas a las del resto.
Esa combinación es la que le hace una persona única.
Ser consciente de esto te hace ser compasiv@ contig@ mism@ y para después poder serlo con los demás.