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La baja autoestima está detrás de la mayoría de los problemas psicológicos y emocionales, y es por lo tanto un obstáculo nuestra salud y bienestar.

 

Las personas con baja autoestima:

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  • Hablan mal de sí mismas: soy un inútil, no me gusta mi cuerpo, es normal que la gente no me quiera…Se sienten erróneas, malas o inferiores.

  • Se comparan constantemente con los demás, ensalzando las cualidades o habilidades de otras personas (con cierto matiz de envidia o con pesar por sentirse inferior, menos válido) y menosprecia las propias.

  • Un éxito sólo es válido cuando otra/s persona/s se lo reconocen o halagan.

  • De manera repetida eligen relaciones (amistades, parejas…) que son claramente dañinas para sí mismos/as.

  • Les resulta excesivamente difícil tomar decisiones. La sensación es que “nunca da el paso”, busca excusas, lo alarga, lo evita, se pone impedimentos o limitaciones para evitar decidir.

  • Son muy influenciables por la opinión de los demás y se mueven constantemente en búsqueda de la aprobación externa.

  • Miedo exagerado a equivocarse

  • Se autoboicotean sus propios planes. A veces dan la sensación de que necesitan autocastigarse y no suelen permitirse el disfrute, ni el placer por el placer.

  • Siempre priorizan otras cosas o personas antes que a sí mismos: el trabajo, los hijos, la pareja, la familia, las labores del hogar, las amistades… Sus necesidades, si es que son capaces de reconocerlas, siempre quedan en último lugar e insatisfechas.

  • No cuida su salud. Por ejemplo: tiene una conducta alimentaria perjudicial, hábitos destructivos (dormir poco, fumar, beber, drogarse), no sigue recomendaciones médicas o ni siquiera acude al médico, etc.

  • No cuida su imagen o se preocupa excesivamente por ella.

  • Se enfoca en los fracasos, en aquello que le ha salido mal, en lo que no pudo conseguir, en lo que le criticaron…

  • Su comunicación no verbal transmite inseguridad: voz muy bajita o casi inaudible, no mira a los ojos al hablar, se expresa con nerviosismo…

 

El origen de la baja autoestima suele estar en las primeras etapas de la vida. Es en estas etapas cuando vamos construyendo nuestra propia identidad, en función de lo que nos dicen los adultos que somos y de lo que nosotros mismos vamos descubriendo.

                    

Frecuentemente tuvieron unos padres que, por unos motivos u otros (excesivo trabajo, enfermedad, pocas habilidades parentales, estrés…) no estuvieron lo suficientemente disponibles para sus hijos, especialmente como una figura de cariño y protección.

 

Así, si no hubo otra persona que aportara esa seguridad y  amor (otro familiar, un maestro, un hermano…), el niño aprendió a convivir con esa limitación de afecto.

 

El niño crece y se hace adulto  pero el patrón sigue funcionando de la misma manera: quien necesito que me quiera no siento que me quiera lo suficiente, ni yo tampoco lo hago (no me han enseñado a hacerlo), por lo tanto, busco ansiosamente en los demás que me aprueben de la forma que sea, para cubrir así mi propia carencia.                                                                                

 

Otras veces, y a pesar de tener afecto y protección,  puede que el niño o adolescente se enfrentara a situaciones  traumáticas en las que aprendió a desconfiar de sus propias capacidades y valía personal.

 

Terapia

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La intervención en el desarrollo y mejora de la autoestima implica entrenar a la persona en habilidades socio-personales en los aspectos:

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  • Conductual. Lo que hace y dice

  • Cognitivo. Pensamientos negativos y creencias irracionales acerca de sí mismo, los demás y la vida. Distorsiones cognitivas

  • Emocional. Reconocimiento, aceptación, validación y expresión de emociones y sentimientos.

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Además se trabajará en:

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  • el conocimiento de sí mismo: sentimientos, creencias, rasgos, deseos, aptitudes, limitaciones, valores…

  • la aceptación

  • la autoimagen

  • Valoración de logros

  • Superación de limitaciones y desarrollo personal

  • Autorefuerzo y motivación personal

  • Valores personales y sentido de vida

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